domingo, 21 de julio de 2013

Miguel Hernández, decimocuarto poema de “El rayo que no cesa”

Silencio de metal triste y sonoro,
espadas congregando con amores
en el final de huesos destructores
de la región volcánica del toro.

Una humedad de femenino oro
que olió puso en su sangre resplandores,
y refugió un bramido entre las flores
como un huracanado y vasto lloro.

De amorosas y cálidas cornadas
cubriendo está los trebolares tiernos
con el dolor de mil enamorados.

Bajo su piel las furias refugiadas
son el nacimiento de sus cuernos
pensamientos de muerte edificados.
Bosquejo de Miguel Hernández

lunes, 15 de julio de 2013

Amado Nervo, “Hoy”

Anahuac: estadio fuiste de contiendas y pasiones, 
mas hoy eres la doncella que orgullosa se levanta 
desdeñando el himno rojo de fusiles y cañones, 
con la paz entre los labios y el arrullo en la garganta. 

De tus hoscas torrenteras ya no surgen las traiciones; 
en tus fértiles campiñas el trabajo su himno canta, 
y en tus jóvenes ciudades el poder de los millones 
multiplica los palacios bajo el oro de su planta. 

La razón ocupa el solio de las cátedras tranquilas; 
nuestras madres ya no rezan, ya no anidan las esquilas 
como pájaros broncíneos en la torre que despueblas. 
Triunfa Spencer, muere Aquino, cae un mundo, un mundo brota... 

¡Todo es vida y esperanza! 
Sólo el indio trota, trota, 
con el fardo a las espaldas y la frente en las tinieblas.

Fotografía de Amado Nervo

viernes, 12 de julio de 2013

Miguel Hernández, tercer poema de “El rayo que no cesa”

Guiando un tribunal de tiburones,
como con dos guadañas eclipsadas,
con dos cejas tiznadas y cortadas
de tiznar y cortar los corazones,

en el mío has entrado, y en él pones
una red de raíces irritadas,
que avariciosamente acaparadas
tiene en su territorio sus pasiones.

Sal de mi corazón del que me has hecho
un girasol sumiso y amarillo
al dictamen solar que tu ojo envía:

un terrón para siempre insatisfecho,
un pez embotellado y un martillo
harto de golpear en la herrería.


Bosquejo de Miguel Hernández

miércoles, 10 de julio de 2013

Reseña: “The Noticer”


   “The Noticer” llegó ayer a mis manos como recomendación de la siempre agradable bibliotecaria de mi pueblo, a la cual guardo una gran estima, en calidad de libro atípico que leer entre clásico y clásico.
   Por desgracia, para esta mañana ya lo tenía terminado. Eso es evidencia de poco paladeo, y el poco paladeo, sugerencia de que el libro y yo no hemos terminado de congeniar.

   En efecto, así ha sido.