miércoles, 9 de julio de 2014

Manuel Machado, “Verano”

Frutales
cargados.
Dorados
trigales...

Cristales
ahumados.
Quemados
jarales...

Umbría
sequía,
solano...

Paleta
completa:
verano.
Fotografía de Manuel Machado

martes, 8 de julio de 2014

[RADIO] Programa 15, «Lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks»

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 Había pendiente otro programa a solas, sin invitado, ya que nuestro oyente Paco no podía acompañarnos para hablar de los autores que acordamos con él allá por diciembre, finalizando la primera temporada.

 Camilo José Cela fue el escritor tratado en la prosa, tratándolo desde una perspectiva global pero con centro en sus obras La colmena y La familia de Pascual Duarte.
 Y en poesía quedó por fin saldado el maestro Juan Ramón Jiménez.

  La sección de música adelantó rápidamente un programa especial sobre Joaquín Sabina y la tertulia quedó aplazada para el siguiente programa por la gran extensión del tema: la novela negra, con especial intención de que los oyentes, a sabiendas de ello, aporten en las redes sociales y aquí sus preferencias dentro de ese tema.


lunes, 7 de julio de 2014

Arthur Rimbaud, «Hambre»

Si de algo tengo ganas,
sólo de tierra y de piedra es.
Yo siempre almuerzo aire,
rocas, carbones, hierro.

Hambres mías, girad, pastad hambres
la pradera de los sonidos.
Atraed el alegre veneno 
de las enredaderas.

Comed las piedras rotas,
las viejas piedras de la iglesia;
los guijarros de los viejos diluvios;
Panes sembrados de los grises valles.

El lobo gritaba bajo las hojas,
escupiendo las hermosas plumas
de su festín de aves.
Como él, yo me consumo.

Las ensaladas, las frutas,...
sólo esperan las cosechas.
Pero la araña del seto
no come sino violetas.

Duérmome yo,
hierba yo,
los altares de Salomón.
El caldo corre sobre la herrumbre
y se mezcla con el cedrón.

Por último, oh felicidad, oh razón,
aparté cielo lo azul, que es negro,
y viví, chispa de oro
de la luz natural.
De alegría, adoptaba la más bufonesca y
extraviada expresión posible:

¡Ha sido encontrada! 
¿Qué? La eternidad. 
Es el mar mezclado con el sol.

Eterna alma mía,
observa tu anhelo
pese a la noche sola
y el día en llamas.

Y así tú te desprendes 
de humanos sufragios 
y de anhelos comunes,
vuelas al albur.

—Ya se alejó la esperanza, 
nunca ya más orietur. 
Tan sólo ciencia y paciencia. 
El suplicio es sin albur.

Ha sucumbido el mañana. 
Brasas ardientes de raso, 
es el deber vuestras llamas.

¡Se la volvió a encontrar!
—¿Qué?— La eternidad. 
Es el mar mezclado con el sol.
Fotografía de Manuel Machado

jueves, 3 de julio de 2014

Juan Ramón Jiménez, “Rosas de cada día”

Nacía, gris, la luna, y Beethoven lloraba,
bajo la mano blanca, en el piano de ella...
En la estancia sin luz, ella, mientras tocaba,
morena de la luna, era tres veces bella.

Teníamos los dos desangradas las flores
del corazón, y acaso llorábamos sin vernos...
Cada nota encendía una herida de amores...
-El dulce piano intentaba comprendernos.-

Por el balcón abierto a brumas estrelladas,
venía un viento triste de mundos invisibles...
Ella me preguntaba de cosas ignoradas
y yo le respondía de cosas imposibles...
Fotografía de Juan Ramón Jiménez