lunes, 26 de mayo de 2014

«Turiferario»

Términos

   Del latín turiferarĭus.

  He aquí una palabra con compleja historia. Comenzando por su etimología, que ya de por sí tiene cierta relación con lo que vendrá después. En verdad la descomposición es simple: tus, turis, en latín «incienso»; fero, «llevar»; para terminar con -ario, sufijo para indicar relación.
  Es decir, en sentido literal, “aquel que lleva incienso”. ¿Y a quién lo lleva? Aquí vienen los entresijos que dan a la palabra su historia peculiar.

  El DRAE muestra una única definición:
Encargado de llevar el incensario.
   La cual revela bien poco de lo que nos ocupa, ya que el incensario es simplemente el objeto donde un tiruferario llevaba el incienso. Es más, la RAE pasa por alto una definición en sentido figurado que debería añadir.

  La historia a la que me refiero tiene que ver con la práctica donde el acólito o monaguillo adquiría el rol de tiruferario, es decir, el momento en que el sahumado del incienso quemado perfumaba imágenes u otros objetos religiosos.
  Hasta el s. XVI, esta práctica era perseguida por los altos mandos del clero. Tanto que el término en cuestión se consideraba sinónimo de «idólatra», y la idolatría era entonces fuertemente condenada por los mismos. Pero llegó el momento en que la veleta giró y la Iglesia tuvo a bien acoger la práctica. Sin embargo, lo que no acogió fue el término: tus, turis encontró sustituto eufemístico en incensum, aunque los materiales quemados para tales no eran en verdad en incienso relacionado con ese nuevo término, sino que la palabra quedó como un maquillaje ante algo que había degenerado de su origen (se quemaban materiales menos costosos) pero que al fin y al cabo seguía consistiendo en la misma práctica que la propia Iglesia antes había perseguido y castigado.
  
  El sentido figurado, para terminar, se usa con cierto corte despectivo para denominar a todo seguidor o acérrimo lisonjero de algún estamento mayor. ¿Por qué no lo incluirá el DRAE?
 
   Referencias:
RGV.

1 comentario :

  1. Turiferario le llamábamos, en mi tierna adolescencia, al aparato dorado en el que quemábamos el incienso durante las celebraciones religiosas. En aquellos años un servidor era muy de misa y padrenuestro. Con el paso de los años justo será reconocer que me quedé con las justas creencias. ¡¡¡Que tiempos!!!

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