viernes, 18 de abril de 2014

Inicio de “Fahrenheit 451”



  Ray Bradbury escribió Fahrenheit 451, que pronto llegó a asentarse como rey del género denominado “ficción científica”, con el fin último de criticar la censura de la época y la quema de libros nazi de 1933. Y lo hizo mediante la alegoría de un futuro donde el empleo diario de los bomberos es quemar libros, habiendo el gobierno de turno prohibido la lectura de tales (por incitar al pensamiento).
  Sin intención aún de completar una reseña de la obra, directamente dejo paso al comienzo de la misma. Una obra de arte, un comienzo apoteósico (valga la antítesis), un entramado de palabras perfecto que decidí traer en el momento ideal: cuando se me pidió un fragmento cualquiera de literatura.

  Constituía un placer especial ver las cosas consumidas, ver los objetos ennegrecidos y cambiados. Con la punta de bronce del soplete en sus puños, con aquella gigantesca serpiente escupiendo su petróleo venenoso sobre el mundo, la sangre le latía en la cabeza y sus manos eran las de un fantástico director tocando todas las sinfonías del fuego y de las llamas para destruir los guiñapos y ruinas de la Historia. Con su casco simbólico en que aparecía grabado el número 451 bien  plantado sobre su impasible cabeza y sus ojos convertidos en una llama anaranjada ante el pensamiento de lo que iba a ocurrir, encendió el deflagrador y la casa quedó rodeada por un fuego devorador que inflamó el cielo del atardecer con colores rojos, amarillos y negros. El hombre avanzó entre un enjambre de luciérnagas. Quería, por encima de todo, como en el antiguo juego, empujar a un malvavisco hacia la hoguera, en tanto que los libros, semejantes a palomas aleteantes, morían en el porche y el jardín de la casa; en tanto que los libros se levaban convertidos en torbellinos incandescentes y eran aventados por un aire que el incendio ennegrecía.
  Montag mostró la fiera sonrisa que hubiera mostrado cualquier hombre burlado y rechazado por las llamas.

RGV.

sábado, 20 de abril de 2013

Malaz: el libro de los caídos (V)

  Me he obligado a releer el primer “sublibro” de Los jardines de la Luna (que está dividido en prólogo, siete libros y epílogo) inmediatamente tras llegar a la página 140, donde termina. Ahora que creo tener cierto conocimiento sobre las raíces de ese mundo y sus visicitudes, cada página me muestra un sentido escondido que en la primera lectura no pude entender.
  Incluso sabiendo ya qué voy a leer, me sigue asombrando la potencia con la que las escenas se superponen y mueren, y cómo uno, en la primera lectura, avanza entre los párrafos sabiendo que se está dejando en el camino miles de hebras de la verdadera trama y, sin embargo, sigue encantado de lo que lee.

  Una de las mejores armas de Erikson, creo entender, es el bombardero. Y tiene una andanada infinita de ellos que su ambición dispara hacia estas primeras “ciento y pico” páginas de Malaz. Salen personajes de la nada, de un camino que (maldito sea) hace un instante estaba vacío. El mejor ejemplo de esta metáfora que me he permitido, precisamente borra la metáfora, pues ocurre eso tal cual. Y es lo que esta imagen muestra:




  El tal Topper ha entrado en escena sólo algunos párrafos antes. Paran se dejaba llevar exhausto en su caballo a través de un camino vacío cuando de repente se encuentra ante él una figura que “tenía la cara alargada, la piel entre blanca y gris, los ojos oscuros y extrañamente angulosos.”. Su personalidad secunda que este personaje no va a situarse entre los más normales, y lo que ocurre después con él, menos aún...

RGV.

martes, 9 de abril de 2013

Malaz: el libro de los caídos (IV)

  112 páginas después, el libro sigue siendo -y cada vez más- un enjambre de escenas, cada cual en su escenario, levemente conexas, con en torno a la docena de personajes; ahora jóvenes, ahora caballeros; ahora vivos, ahora asesinados; ahora en el pasado, ahora en el futuro.
   Los jardines de la Luna es, además del primer tomo de una saga que se aventura prodigiosa, un rompecabezas escrito con bastante buena prosa, impropia de su género (lo que la realza más aún).

  Aquí, por ejemplo, la introducción al cuarto capítulo:

Eran de un modo, entonces,
las historias escritas en gran
tracería tatuada.
Las historias, una huella
de viejas heridas,
aunque algo refulgía
en sus ojos:
aquellos arcos por las llamas mordidos,
aquel tramo ido,
que son su propio pasado,
cada una a su vez destinada
a caer en línea,
en un tranquilo borde del camino
junto al río
que ellos se niegan a nombrar...

                                         Los abrasapuentes (IV .i)
                                     Toc el Joven (n. 1141)

  ¡Que se manifieste quien no vea aquí algo interesante!

RGV.

lunes, 25 de marzo de 2013

Acerca de “El cinturón de Deltora”

Tomos originales de la saga
   
   ¿Han oído hablar de la saga de Deltora, de Emily Rodda?
   Denominada “El cinturón de Deltora” (originalmente “Deltora Quest”), narra las historias de un joven llamado Lief, destinado a recuperar las siete gemas (diamante, esmeralda, lapislázuli, topacio, ópalo, rubí y amatista) con las cuales se forjó el cinturón de Deltora, ahora desaparecido. Está formada por siete libros (cada cual trata de una de las gemas) y otro anexo en forma de epílogo.
   Recuerdo leerla en torno a los siete u ocho años. Quizá la primera lectura de literatura fantástica que hice, y probablemente la mecha que sirvió para la posterior explosión de mi gusto por el género (con “El señor de los anillos”, a los diez años).
   Para habituar a la lectura a los niños de dicha edad es una saga estupenda, capaz de sumergir por completo al joven lector en pantanos, bosques o batallas contra gigantes de férrea armadura.


RGV.
   

sábado, 23 de marzo de 2013

Malaz: fragmento escalofriante y posible error

    La saga de “Malaz: el libro de los caídos” ya ha sido varias veces mencionada antes. En varios sitios  web comentan que el primero es el libro de menor nivel (de los diez que la componen), en concreto que sus cien primeras páginas son tan densas y tortuosas que se hace difícil esquivarlas y continuar con la saga. ¡Incluso Steven Erikson, el propio autor, lo confiesa!

jueves, 21 de marzo de 2013

Lista de El Mundo: las cien mejores novelas escritas en español en el s.XX

Enlace a las cien mejores novelas

  La imagen redirecciona al contenido.
  Nota: contenido de wikipedia.

RGV.