viernes, 2 de agosto de 2013

Reseña: “Saga: Memorias de Idhún”

Ejemplares de la trilogía


   Leí Memorias de Idhún hace ya más de seis años. Aquellos eran días en los que me ponía un embudo en la boca y era capaz de tragarme toda la fantasía épica que se me echase encima (demasiados años perdidos así). Por ello, cuando vi tres tomos gruesos y reveladores insinuándose en una balda alabeada de la estantería de lecturas posibles (para el último curso de E. S. O.), no dudé en aceptar la propuesta.
   ¡Cómo iba yo a saber el calvario que supondría!


   Tras un comienzo esperanzador donde se presenta en rápida escena de acción un universo paralelo de tintes fantásticos con razas quizá algo infantiloides, bastante decentemente mezclado con el nuestro, la saga comienza a perder altura a vertiginosas velocidades. Tanto, de hecho, que llega pronto a reducirse en un triángulo amoroso tópico con héroe, antihéroe y entidad femenina a punta de dilema.
   No quisiera entrar en típicas comparaciones, pero ¡hay tanto parecido entre esta saga y la basura que están vendiendo en los últimos tiempos como si fuese literatura...!

   Acerca de las letras en sí, creo que no puedo hacer el juicio lúcido que haría si leyese de nuevo la saga. Y será mejor así: si con seis años menos ya me decepcionaba profundamente la escritura de Laura Gallego García, no quiero imaginar qué crítica haría hoy día, tras tan radical transición hacia lo elitista. Habré de suponerla y quizá no me aleje demasiado.

   En definitiva, Memorias de Idhún es lo peor que he leído de fantasía épica (y ser lo peor de ese género es difícil). Incluso peor que la saga de Eragon y, además, sin la transigencia ni el quizá de las aduanas que pone el paso de una obra por las manos de una traducción.




 RGV.

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