miércoles, 10 de abril de 2013

Reseña: “Soldados de Salamina”

Ejemplar


   Javier Cercas publicó en 2001 “Soldados de Salamina”. Tras algunos intentos fallidos antes (El móvil, El inquilino y El vientre de la ballena), por fin una novela de Cercas alcanzó el éxito. Esto debió resultarle sorprendente, pues en la propia Soldados de Salamina menta varias veces lo irrevocable de su fracaso en la narrativa (suele contestar a quienes le comentan que han leído alguna de sus novelas con un encantador “ah, ¿fuiste tú?”); aunque, sinceramente, lo dudo: Cercas es un periodista (MUY periodista) demasiado curtido e inteligente como para haber publicado la novela sin siquiera un vestigio de esperanza.

   La trama gira en torno a la figura de Rafael Sánchez Mazas, escritor y padre del también escritor Rafael Sánchez Ferlosio, y constructor de los más duros cimientos de la ideología falangista. En realidad, de la pionera Falange, que guardaba, entre otras, ideas puras sobre el restablecimiento de la vida jerárquica (ideas que, si bien perteneciendo a la derecha política, emponzoñó, junto al partido completo, el régimen franquista). Pero, en realidad, el objetivo subyacente de la novela dista levemente de la figura de Sánchez Mazas: pronto se presenta que este fue fusilado en los últimos días de la Guerra Civil, por los republicanos (que se llevaban por delante cuanto podían antes de huir derrotados hacia la frontera francesa), y más concretamente que, habiendo huido con el pantalón agujereado a balazos y milagrosamente sin un rasguño, uno de los soldados republicanos lo encontró: fue un joven, que estuvo varios segundos eternos contemplando a Sánchez Mazas como se contempla a alguien que de algo se conoce, para después gritar al resto que allí no había nadie y alejarse.
   
   La novela se divide en tres partes, de las cuales podemos sacar dos grupos diferenciados.
  El primero de ellos ocupa la primera y última parte, donde el autor relata qué hechos le motivaron en su búsqueda sacrificada y cargada de esperanza y cómo fue recabando poco a poco la información suficiente, más sabida y menos sabida, sobre la vida de Sánchez Mazas. 
  El segundo grupo incluye solamente la parte central, que se trata de la novela como tal (de hecho se denomina Soldados de Salamina). Desde mi punto de vista, aunque quizá tuvo algo que ver el hecho de que leyese antes la primera y la última parte que la central, mucho menos de novela habría sin estas dos metahistorias sobre el trabajo de Javier Cercas en torno a la obra. De hecho, diría, quedé tanto o más satisfecho con las lecturas de estas que con la de la parte intermedia.

   Soldados de Salamina es un libro muy bien escrito, con el inevitable lastre de deje periodístico que han inculcado los años en Cercas y que ha arraigado demasiado sobre él, aunque lastre, “lastre”...; dudo terriblemente si lo fue para él cuando leyó el resultado de su novela, y si lo es para la mayoría. Para mí, desde luego, sí lo es (poco acostumbrado estoy a este tipo de escritura, debe de ser). Pero no todo es lastre: también lo acompaña el innegable talento que circunda a Javier Cercas, y también la imperiosa necesidad de pintarle un ornato al punto final del libro (como si de un gran artículo se tratase), incluso en el momento en el que habla sobre cómo debatía con un anciano superviviente de la guerra, que presenció el fusilamiento de Sánchez Mazas y por momentos parece que va a confesar que él, realmente, es el misericordioso soldado republicano que busca Cercas.

  Sin idea de entrar en el guion, comentaré solamente (y defenderé de forma férrea) que no debe crear en nadie reluctancia el hecho de que esta sea una novela sobre la Guerra Civil, “una novela más sobre la Guerra Civil”. 
  Sin haber sido jamás asiduo (casi ni esporádico) lector de novelas históricas (si podemos así denominarla), debo decir que esta es una lectura agradecida y estupenda.


RGV.

1 comentario :

  1. Voy a aprovechar la oportunidad que me brinda tu magnífico blog de dejar la impronta del comentario para, en efecto, hacerlo.
    Tener un blog es cosa fácil, hasta el más inútil tiene uno, pero crear un espacio en la red cuyos contenidos sean interesantes y hagan que recuerdes leerlo casi a diario es MUY COMPLICADO.
    Te felicito por tanto, por firmar un blog de esta magnitud, yo tuve uno y al final el desánimo y la abulia lo fusilaron.
    He de reconocer que he disfrutado leyendo tus variadas referencias y me confieso 'enamorado' de Bécquer. Vivimos en una sociedad en la que este tipo de iniciativas no sólo no se valoran sino que, en muchos casos se menosprecian.
    Yo tuve la suerte de leer "Soldados de salamina" hace unos años y coincido en todo lo que aquí aportas sobre la obra.
    No añado más, únicamente insisto, felicidades por tan hercúlea iniciativa. Un abrazo,

    Jalberto.

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