lunes, 16 de septiembre de 2013

“Barbi Superstar”, por Joaquín Sabina

Carátula del álbum
Álbum: 19 días y 500 noches


Tenía los pies diminutos
y unos ojos color verde marihuana.
A los catorce fue la reina del instituto,
el curso que repetí.
Las del octavo derecha comentaron:
«otra que sale rana»,
cuando en Crónicas Marcianas
la vieron haciendo strip-tease.

En sus quimeras de porcelanosa
conquistaba a Al Pacino.
Los del Atleti no éramos gran cosa
para su merced.
Si la chiquita de Mariquita Pérez
tuviera un buen padrino,
los productores que saben de mujeres
le darían un papel.

Pezón de fresa, lengua de caramelo,
corazón de bromuro.
Supervedette, pata de lujo, modelo,
estrella de culebrón.
Había futuro en las pupilas hambrientas
de los hombres maduros;
enamorarse un poco más de la cuenta
era una mala inversión.

Debutó de fulana de tal
en un vil melodrama.
Con sus veinte minutos de fama
retiró a su mamá.
El guion le exigía 
cada vez más escenas de cama.
Por Vallecas todavía
la llaman “Barbi Superstar”.

La noche antes de la noche de bodas
arrojó la toalla.
El novio, con un frac pasado de moda,
enviudó ante el altar,
mientras Barbi levitaba en la Harley
de un chulo de playa
que, entre el Tarot, Corto Maltés y Bob Marley,
le propuso abortar.

Al infierno se va por atajos,
jeringas, recetas.
Ayer, hecha un pingajo
me dijo, en el “tigre” de un bar:
«¿Dónde está la canción que me hiciste
cuando eras poeta?»
«Terminaba tan triste
que nunca la pude empezar».

Por esos labios que sabían a puchero
de pensiones inmundas
habría matado yo, que cuando me muero
ya nunca es por amor.
Se masticaba en los billares
que el Atleti había bajado a segunda.
Por la M-30 derrapaba el caballo
de la desilusión.

Debutó de fulana de tal
en un vil melodrama.
Con sus veinte minutos de fama
retiró a su mamá.
El guion le exigía 
cada vez más escenas de cama.
Por Vallecas ya nadie
la llama “Barbi Superstar”.



   Esta entrada, así como su enlace con la canción Princesa y el comentario de ambas, me vinieron a la cabeza gracias a mi compañero de criterio y paisano Mauro, pues este es uno de los mejores ejemplos del Sabina crápula que él define (de forma fenomenal) en La canción más hermosa del mundo. Que la disfruten todos, él especialmente.

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