jueves, 5 de septiembre de 2013

Comentario al decimoctavo poema de “El rayo que no cesa”

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   Antes publicaba el decimoctavo poema de “El rayo que no cesa”, y no quisiera dejar de incluir ciertas puntualizaciones sobre el mismo que creo interesantes.

   Como tantos otros poemas que Miguel Hernández compuso o recopiló entre los años 1934 y 1935 (conjunto que denominase después El rayo que no cesa), el que quedó decimoctavo no fue original de esta obra, sino que había sido publicado antes en El silbo vulnerado (1934) y el autor se limitó a realizarle ciertos cambios que hablan per se de la evolución de su poesía hacia los términos refinados y cultos.
   Así, por ejemplo, aparece en la primera estrofa un único cambio que intenta alejarse de lo vulgar:
Ya de su creación, tal vez, alhaja
algún sereno aparte campesino
el algarrobo, el haya, el roble, el pino
que ha de dar la materia de mi caja.
   Aquí, materia sustituye a madera.
   Se verán otros dos cambios similares después, supliendo lo culto a lo vulgar, en el último cuarteto y en el primer terceto:
Ya, tal vez, la combate y la trabaja
el talador con ímpetu asesino
y, tal vez, por la cuesta del camino
sangrando sube y resonando baja.
Ya, tal vez, la reduce a geometría,
a pliegos aplanados quien apresta
el último refugio a todo vivo.

  
   Donde talador y refugio sustituyen a leñador y zapato, y, además, el último verso del cuarteto, sangrando sube y resonando baja, aparece prácticamente nuevo donde antes se posaba un enrevesado dando un olor a vida, muerta baja.
   El único cambio restante se encuentra al principio del último terceto, donde una conjunción apuesta por la fluidez métrica sustituyendo a una coma que doblaba las pausas del verso.

RGV.

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